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Y la guagua pasó

Eloy y Renaldo se lamentan de una ocasión desperdiciada.
El empate en Badajoz confirma que Las Palmas vive bajo el síndrome de la impotencia
Patricio Viñayo / Enviado especial. 30.5.99
Pronto quedó claro que no llega la U.D Las Palmas en un estado anímico idóneo para jugárselo todo a una carta. Para llegar a esta conclusión no había que mirar al balón cuando algún amarillo lo recupera. Cualquier escultor podría recrear el momento: nueve estatuas.

Para trasladar este cuadro de los primeros veinte minutos de partido basta aportar dos datos. El primero , enmarcado por el intervalo de los primeros quince minutos de partido: cinco córners locales por ninguno visitante. El segundo dato, lo que tardó la Unión Deportiva en disparar por primera vez a puerta: 24 minutos. El tiro fue de Alex. Alto y muy desviado.

Sin embargo, el Badajoz fue acusando esa inocencia de los equipos que dominan y quieren ganar un encuentro, pero no saben cómo. Tampoco es justo decir esto. Sí sabían cómo, pero Cicovic tuvo ayer su tarde inspirada y abortó las tentativas de los locales.

Ellos se limitaron a tener tres centrales atrás que se sobraban para marcar a Renaldo (que en cuanto intentó hacer un par de movimientos rápidos recibió un recado brutal de Cubillas a media altura de la espinilla) y a Eloy (cuya preocupante impotencia en el uno contra uno tuvo su punto culminante al filo del descanso). Los dos carrileros campaban a sus anchas por banda. Por la derecha porque Marco Haber, definitivamente, no está para emociones propias de un final de Liga. Por la izquierda, porque Socorro es una baza atacante y tampoco hay que obligarlo a ser gris cuando puede ser brillante una de diez, pero una que puede ser definitiva.

En el centro del campo del Badajoz había, simplemente, hombres implicados en la misma misión: hacerse dueños de un espacio. Si no era Ezequiel Castillo, era Gamiz; si no era Ferrer, era Gañán.

Arriba, Carlos Torres, que reaparecía, y Sabino, que fue quien más daño hizo a Las Palmas en la primera mitad, con un sentido de la anticipación a prueba de cuantos defensores se encargaron de su marca (Sarasua y Alex fueron sus pares más próximos en los primeros 45 minutos). Como ven, el Badajoz es un equipo plagado de figuras.

Frente a ellos, la que dicen una de las mejores plantillas de la categoría y la que aseguraban que era, de forma incuestionable, mejor delantera de Segunda. Estos nobles con título, pero sin tierras, no pudieron hacer nada durante 38 minutos. Justo en ese instante, Josico se rebeló a la dormilera en la que vivía la Unión Deportiva. Agarró un balón en línea de medios, pasó en profundidad a Renaldo, el brasileño retrocede y se la da a Samways, que deja a Alex centrar desde la derecha para que aparezca la cabeza de Josico (la primera vez que un amarillo no se desentendió de la jugada que inició) y surgió el acontecimiento: primer remate a puerta que pasó lo suficientemente cera del palo como para asustar al público y que los cronistas de radio hicieran viajar algo más que lamentos a través de las ondas. Debió ser la onda expansiva la que inspiró al ataque amarillo porque seis minutos después Eloy se apoyó en Renaldo para hacer la pared sobre la frontal del área y logró pasar entre la defensa al punto de penalti. Emilio salió desaforado a tapar puerta y Eloy se nubló. Tan pequeño le pareció el marco que no atinó a enviar el balón a cualquier sitio que no fuera el cuerpo del portero. Este no es su año y cuanto antes acabe la temporada, mejor. Tal vez tras el descanso estival vuelva a ser el jugador que quisieron rescatar esta temporada.

Aunque quienes más nos importen sean los amarillos, no está de más destacar que Ezequiel Castillo, Sabino y Ferrer pusieron a prueba a Cicovic antes de que se sucedieran estas dos ocasiones visitantes. En una de ellas, Sarasua pareció dormirse y fue el portero yugoslavo quien evitó males mayores.

La segunda parte tuvo más brío, que no más juego. Pareció que la arenga de vestuario causó algún efecto y el tono del partido subió en intensidad.

Mientras iban corriendo los minutos iban consumiéndose con ellos las pequeñas opciones de seguir en la lucha por el ascenso. El orden fue dando paso a la desesperación por marcar un gol y las decisiones hacían cola. La primera de ellas fue la de sustituir a Josico por Orlando. La segunda, la de cambiar a Marco Haber por Merino. La del ‘me lo juego todo’ llegó cuando Kowalczyk suplió a Herrera.

Con estas incorporaciones hubo más prisa, más hombres arriba, pero sólo un Juan Carlos Socorro tentando seriamente la portería defendida por Emilio en una jugada personal. Avanzó hasta acercarse al área y tiró raso y colocado, pero la estirada del portero y su mano abajo frustró la ocasión.

Cuatro delanteros

Los cuatro delanteros que compartían un sitio en la cancha se dispusieron con Orlando en la media punta. Eloy, Renaldo y Kowalczyk lo intentaban con más entrega que acierto, pero volcarse en la portería contraria por instantes no dio mayores resultados que en la primera parte.

El delantero polaco ya se está viendo que puede ser más héroe fuera del terreno de juego que dentro, aunque sería injusto ensañarse con su rendimiento deportivo en estos momentos después de todo lo que ha pasado. Orlando tampoco aportó lo que podría y Eloy se mostró tan dubitativo en ocasiones que en un contraataque en el que quedaban frente a frente cuatro delanteros y cuatro defensas, esperó tanto que dio tiempo a que regresara un jugador del Badajoz y se la arrebatara limpiamente.

Los extremeños también tuvieron sus ocasiones y Cicovic puede dar fe de ello. Solaun y Revilla fueron los autores de dos disparos casi consecutivos que ayudaron a engrandar la figura del portero del conjunto amarillo, a quien hay que agradecerle el punto que Las Palmas se trae para Gran Canaria, si es que a estas alturas alguien pensara que sirve para algo.

Incluso si algunos de los dos fuera de juego que se quedaron reclamando los amarillos lo hubieran aprovechado, estaríamos hablando de una decepción mayor a la que ya se siente.

Futbolísticamente hablando casi no merece la pena comentar nada más. Los propios jugadores reconocían al término del encuentro que esto no lo arregla nadie y el consejero Fernando Arencibia podrá repetir un día más aquello de que está cansado de vagar sólo por los campos de fútbol de España para verse lo que se ve. Quién sabe si habrá que ceder las primeras páginas de los periódicos a otros equipos que sorprenden a la parroquia por logros hasta hace poco impensables. O esperar por el filial para cantar un ascenso.