Y
Ya se ha dicho todo y queda poco más qué decir. La manera de tirar una temporada al vacío, las acusaciones entre directivos que nos retrotraen a las peleas de colegio, los himnos nupciales de los accionistas, las compras que no se producen, las cantatas dolientes de unos chiflados por el cine expresionista bocetando la venta del club a medio plazo,... todo eso lo hemos comentado, y después de las peroratas y proclamas uno tiene la sensación de que este camino sólo conduce a la desmoralización, a una desoladora visión que apunta a un cierto momento donde lo más querido empieza a morir.
Ya se ha dicho todo, incluso los nombres de quienes llevan las velas del entierro, el tamaño de las navajas, de su vanidad, las cuatro bombas nucleares que representan con todo su tetrapoder si explosionaran en este momento de lazos extraños, violencia inquebrantable, daños en cascada, desconfianza de retratos tenebristas.
Ya se ha dicho todo y, sin embargo, se habla sin parar, las lenguas no paran, se mueven incapaces de ser dominadas, todos tienen algo qué decir, qué explicar, las reuniones se suceden, el vacío se sucede, es una fiebre de buzos que descienden hasta el infierno y allí se quedan incapaces de ganar el aire puro de la atmósfera.
Ya se ha dicho todo y sin aguardar explicaciones los ciudadanos, la afición general, necesita e invoca un gesto generoso con su equipo, le pide a los cuatro una reconquista, la de la unidad del primer año, le pide una sesión inaugural del I Encuentro Internacional de Defensa de la UD Las Palmas, un meteorito y toneladas de bombones que celebren el fin de esta locura.
Ya se ha dicho todo menos lo único que queremos de verdad. La seriedad, la responsabilidad, el sentido común, una corriente de dinamismo y de coraje insospechado y exultante, logra capitular los dos grandes males de la naturaleza humana: el individualismo y el egoísmo. Lo transformable, y a la UD Las Palmas hay que transformarla, depende únicamente de una única voluntad: el individuo sólo es grande si participa en algo que le supera y no permanece encastillado dentro de sí sino que se rinde ante los cuidados que se le prodigan. La UD Las Palmas bien merece el alborozo, la serenidad de un acuerdo imprescindible entre quienes tienen el poder de evitar un sufrimiento tan gigante como inútil.
© CANARIAS7