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12 de mayo de 1999

U.D. Las Palmas: ¿la credibilidad perdida?

Que tomen nota sus sucesores: empresa sí, pero diferente, porque representa un sentimiento fuertemente arraigado en la sociedad
A propósito de la crisis de los amarillos
Las Palmas de Gran Canaria. C. DE SILVA
La salida de Angel Luis Tadeo y Germán Suárez de la empresa Gerencia Deportiva Canaria, S.A., mediante el traspaso de sus acciones a los grupos Hermanos Domínguez y Lopesán, y, por ende, su cese en el Consejo de Administración de la S.A.D, acordado el pasado lunes entre los cuatro grupos que ostentaban, a través de esa entidad interpuesta, la mayoría del capital social de la Unión Deportiva Las Palmas, por más que trascendente e inoportuna no debe sorprender a quienes siguen la actualidad del club amarillo, excepto en cuanto al momento en que se produce.

Tadeo llegó a decir semanas antes de la catarsis que la gestión del club la llevaban él mismo y Germán Suárez, sin participación alguna de los otros dos grupos, y esto no hacía sino corroborar los rumores de fractura que hace tiempo vivía el Consejo de Administración. Era un secreto a voces que los grupos Hermanos Domínguez y Lopesán no compartían la gestión realizada por los señores Tadeo y Suárez, tanto en lo deportivo (mala política de fichajes) como en lo económico (2.400 millones de déficit acumulado –dato confirmado por Abraham Domínguez–).

El relevo del entrenador (necesario pero tardío) y el despido/readmisión de Kowalcyzk, fueron los detonantes de una crisis larvada en el Consejo de Administración del club desde hace mucho tiempo.

Contrastar la gestión económica del club

Germán Suárez se habrá ido olvidando, entre otras, aquella frase famosa que pronunció al comienzo de su mandato: “hasta ahora este club ha sido un cachondeo”, refiriéndose a la gestión de sus predecesores. Que recordemos, nunca en la historia de nuestro equipo el balance anual había arrojado por tres temporadas consecutivas (ni siquiera una) un déficit de 800 millones; jamás los dirigentes habían gastado tal cantidad por encima de los ingresos.

La peor situación económica que recordamos fue precisamente cuando la reconversión del club en sociedad anónima deportiva (1992), en la que hubo de recaudarse 600 millones aproximadamente para sanear sus cuentas. Esta cantidad se desembolsó entre el Cabildo (a través de SIALSA) –cerca de 400 millones– y el resto por los propios aficionados, mediante la suscripción de acciones.

Conviene recordar este dato no sólo para contrastar la gestión económica, sino para que nadie se olvide de quienes salvaron al club en su peor tesitura.

Los grupos económicos que hoy sostienen la sociedad tomaron una empresa saneada en 1996, de manos del Cabildo. Es cierto que en ese momento había un déficit acumulado de 500 millones, pero no lo es menos que el propio Cabildo se comprometió a saldarlo, para lo cual suscribió un préstamo bancario que aún está amortizando.

La supervivencia del equipo, por encima de todo

La pésima gestión realizada no nos impide reconocer el gesto y el esfuerzo de estos grupos económicos a la hora de hacerse cargo del club, pero que no piensen que la afición va a permitir jamás que pongan en peligro la imagen y supervivencia del equipo representativo, elemento de identidad de los grancanarios por encima de ideologías y estatus social. Tadeo y Germán Suárez apostaron empecinadamente por Castellano y, la caída de éste, forzada por la afición, acabó arrastrándoles. Que tomen nota sus sucesores: empresa sí, pero diferente, porque representa un sentimiento fuertemente arraigado en la sociedad grancanaria.

Pero inoportuno, porque han elegido el peor momento: a seis jornadas del final de la Liga y con opciones –escasas ciertamente– de conseguir el ascenso.

El daño ocasionado a la entidad amarilla por Angel Luis Tadeo y Germán Suárez es importante y las consecuencias están aún por ver. Las declaraciones de Abraham Domínguez, próximo presidente, en el sentido de que absorben la deuda del club, deben tranquilizar a los jugadores y a la afición, y permiten augurar una estabilidad financiera.

Ahora bien, los últimos acontecimientos han puesto en entredicho la credibilidad de los accionistas mayoritarios. Los aficionados, al tiempo que mantienen un halo de esperanza, llevados más por un estado de necesidad que por propia convicción, miran de reojo ya a los rectores de la entidad. Tendrán que hacer un esfuerzo suplementario para recuperar la credibilidad perdida y esto pasa por regenerar absolutamente el club, en las distintas esferas de actuación: órgano ejecutivo, política de fichajes, cuerpo técnico y estructura administrativa. En fútbol está casi todo inventado. A los nuevos dirigentes les bastaría con poner su mirada en otros clubes bien gestionados. Menos amiguismo y más profesionalidad.

¡Vaya cincuentenario que nos están dando!