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Comparte un dolor

Patricio Viñayo

Se ha dicho y se vuelve a decir: un club no puede dar la espalda al sentimiento de la masa social que lo sostiene. Ahora se añade: un periodista tampoco.

Ni uno ni veinte informadores deben tratar de influir en la vida deportiva de un equipo, cualquiera de sus miembros o su entorno. Ni debe hacer eso ni lo contrario: cerrar los ojos a la realidad. Sirva esta introducción para dejar claro que no se están invirtiendo los papeles. Los periodistas ejercen de testigos nunca mudos. Los consejeros de un club ejercen de directores del rumbo de la entidad. Y si la entidad en cuestión pierde el rumbo deportivo, los máximos responsables son sus consejeros. Sin más.

Para no dejar ningún cabo suelto, cabe explicar que el rumbo marcado desde el principio de temporada era el ascenso. El presidente, Ángel Luis Tadeo, ha sido claro: "Paco Castellano va a seguir hasta el 30 de junio". El ex presidente Germán Suárez lo ha reiterado hasta la saciedad: "Cuando acabe la temporada podrán decir si acertamos o no". La pregunta entonces es: ¿nadie en el club encuentra indicios de que algo va francamente mal? 0, dicho de otra forma: ¿es admisible que los mismos que generan un estado de ilusión colectiva (los consejeros) no comprendan que si se embarcan en una "empresa ilusionante", como ellos mismos afirman, el fin primero y último es mantener la ilusión?

Estas líneas no pretenden regodearse con la pesadumbre que envuelve a cualquier aficionado que contempla otra vez la derrota inesperada de su equipo. Tampoco caen en la tentación de ser cruel con jugadores o entrenador. Cada uno de ellos, desde su ámbito, intenta hacer su labor lo mejor que puede en estos momentos. Y no les corresponde a ellos dar un paso al frente, sino a otros.

Cuando en una empresa (como llama el actual consejo de administración a este club) falla algún miembro de su organigrama y se detecta cuál es el que no responde a las expectativas que motivaron su contratación, normalmente se actúa con la intención de evitar que se sigan sucediendo fallos que provoquen el fracaso en la consecución de un objetivo. Si no se detecta dónde está el fallo, la propia cúpula directiva demuestra con su pasividad su incompetencia. Si se detecta y tampoco se hace nada que abra la posibilidad de revertir la situación, cabe pensar que no hay capacidad de maniobra (entrenadores de prestigio disponibles dispuestos a asumir la dirección del equipo) o voluntad de maniobrar (consenso entre los consejeros para afrontar el gasto).

Ni Castellano ni los jugadores pueden hacer más trabajando juntos. Sólo sufrir y hacer sufrir a muchos. Entre ellos, los propios consejeros.

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